Está demostrado que las bebidas alcohólicas pueden contribuir al desarrollo de cáncer. El consumo alcohol aumenta el riesgo de contraer principalmente los siguientes tipos: colon (colorrectal), mama, boca, faringe y laringe (de boca y de garganta), esofágico, hígado y de estómago. Cuanto mayor es el consumo de bebidas alcohólicas, más alto es el riesgo. Igualmente, la ingesta moderada de alcohol tampoco es aconsejable.
El exceso de peso está relacionado con un mayor riesgo de desarrollar 12 tipos diferentes de cáncer, entre ellos, el colorrectal y el pancreático. A mayor sobrepeso y edad el riesgo es más elevado.
Un alto consumo de carne roja, carne procesada, alimentos altos en sodio y la baja ingesta de frutas y verduras, repercute directamente en el riesgo de contraer cáncer. En particular, el colorrectal, el de nasofaringe y de estómago.
Una vida sedentaria aumenta el riesgo de contraer cáncer. La actividad física periódica contribuye a reducir el exceso de grasa corporal y en consecuencia a disminuir el riesgo de cáncer asociado al exceso de grasa. A su vez, ayuda a minimizar la posibilidad de desarrollar cáncer de colon, de mama y de endometrio
El humo del tabaco contiene al menos 80 sustancias que causan cáncer (carcinógenos). A través de la inhalación de humo, las sustancias químicas ingresan en los pulmones, accediendo a la corriente sanguínea y de esta forma recorren el organismo. Por este motivo, fumar o mascar tabaco, no solo originan cáncer de pulmón y de boca, sino que también otros tipos de cáncer. Los factores que contribuyen a aumentar aún más el riesgo son: consumo excesivo, edad temprana de iniciación y período prolongado de consumo. En la actualidad, el tabaquismo causa aproximadamente el 22 % de las muertes por cáncer.
Las fuentes de radiación artificiales pueden causar cáncer y suponen un riesgo elevado para aquellas personas que se exponen a las mismas por motivos laborales. Las más riesgosas son: el radón, los rayos X, los rayos gamma y otras formas de radiación de alta energía. La exposición prolongada y sin protección a la radiación ultravioleta del sol, las lámparas y camas solares, también puede causar melanoma y neoplasias malignas en la piel. Las personas de piel clara, con gran cantidad de lunares o con antecedentes familiares de melanoma o de cáncer de piel distinto del melanoma, presentan un riesgo mayor. Sin embargo, el cáncer de piel, puede afectar a personas con cualquier tonalidad de piel.
Algunas personas se arriesgan a exponerse a sustancias carcinógenas debido al trabajo que desempeñan. Por ejemplo, se ha demostrado que la incidencia de cáncer de vejiga entre los trabajadores de la industria de los tintes químicos es superior al habitual. El amianto es una conocida causa de cáncer relacionada con el lugar de trabajo, en particular de un cáncer llamado mesotelioma, que afecta sobre todo al revestimiento pulmonar.
Los agentes infecciosos causan aproximadamente 2,2 millones de muertes por cáncer al año. Esto no significa que estos tipos de cáncer se contagien por una infección, sino que más bien, el virus puede provocar cambios en las células volviéndolas más susceptibles a convertirse en células cancerosas. Alrededor del 70 % de los cánceres de cuello de útero son consecuencia de infecciones por el virus del papiloma humano (HPV), mientras que el cáncer de hígado y el linfoma no hodgkiniano pueden ser consecuencia del virus de la hepatitis B y de la hepatitis C, y los linfomas están relacionados con el virus de Epstein-Barr.
Con la edad aumenta la posibilidad de contraer ciertos tipos de cáncer. Cuantos más años viven las personas, mayor es la exposición a los agentes carcinógenos y de esta forma hay más posibilidad de que se produzcan cambios o mutaciones genéticas en sus células.
Son sustancias que modifican el comportamiento de una célula y aumentan las probabilidades de desarrollar cáncer. Los genes son las unidades de almacenamiento de información genética, segmentos de ADN, que contienen la información sobre cómo deben funcionar las células del organismo. Las mutaciones o las modificaciones del gen, como los daños o las pérdidas, pueden alterar el comportamiento de la célula. Cualquier daño que se produzca en una célula, cambia su comportamiento y aumenta las probabilidades de que se convierta en una célula cancerosa, este proceso se denomina "carcinógeno".
Algunas personas nacen con un riesgo alto, que se hereda genéticamente, de padecer un cáncer concreto («predisposición genética»). Esto no significa que la enfermedad se vaya a desarrollar con certeza, pero aumenta las posibilidades. Por ejemplo, las mujeres con los genes BRCA1 y BRCA2 , tienen mayor predisposición a desarrollar cáncer de mama que otras mujeres. Sin embargo, menos del 5 % de todos los casos de cáncer de mama tienen un origen genético conocido.
Las personas con el sistema inmunitario debilitado se exponen a un mayor riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer. En este grupo se incluyen a: personas que se han sometido a trasplantes de órganos y toman medicación para deprimir su sistema inmunitario, personas con VIH o SIDA, o aquellas que tienen enfermedades que reducen la inmunidad ante otro tipo de dolencias.
